El Puerto Viejo

El Puerto Viejo de Algorta —Algortako Portu Zaharra, en euskera, el Puerto Viejo para muchos, Portu Zaharra para otros o Portuzarra para los de toda la vida— es un entorno emblemático, pintoresco e histórico de la costa bizkaina dentro de un conjunto monumental calificado por el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco con la categoría de Bien Cultural.

Es un balcón al mar, al Puerto del Abra, a Neguri, Las Arenas, Portugalete de arriba a abajo incluido La Arboleda, Santurce, el Serantes, … Es emblemático por sus casitas encaladas típicas de pescadores, la mayoría restauradas, que forman recovecos floridos y cuidados.

Antiguamente, desde el puerto de Armintza, solían venir a Algorta mujeres de pescadores, que venía al pueblo a vender pescado; sobre todo, en la época de la costera del besugo.

Llegaban muy temprano, a eso de las tres de la madrugada, y el punto de reunión era la tienda de la «Pachiquilla» —situada en la parte céntrica del puerto—, donde se les preparaba un buen café caliente con algo de ron. Este comercio servía de sala de contratación, abastecía de los más diversos géneros, y era también taberna, regentada, a principios del siglo XX, por una mujer llamada Escolástica…

El Arrantzale y la Sardinera

Si accedes al Puerto Viejo de Algorta desde el muelle de Ereaga, subiendo las escaleras hasta la plaza de Etxetxu, serás recibido por el arrantzale y la sardinera. Estos dos personajes emblemáticos —que ahora están en proceso de restauración— representan la esencia marinera del Puerto, rindiendo homenaje a dos profesiones de antaño que aun perduran en la memoria de los lugareños.

La escultura del Arrantzale —«pescador», en euskera»— es obra del pintor y escultor Luis María Íñiguez Paillole (Getxo, 1935-1995), y la figura de la Sardinera fue obra de José Luis F. Butrón (Bilbao, 1933), getxotarra también, a pesar de haber nacido en Bilbao.

Entorno

El Puerto Viejo es un lugar singular: puedes callejear entre sus cantones empedrados, y disfrutar de rincones bien hermosos como la Plaza del Arrantzale y la antigua ermita de San Nicolás, o los parques de Generatxu y de Usategi. Desde esta atalaya, en días soleados y despejados, se ve gran parte de la costa cantabra.

Si quieres darte un buen paseo, puedes iniciarlo en el Puente Colgante, que une Las Arenas y Portugalete; continúa, bordeando la ría, hacia la playa de Las Arenas, la Casa de la Alcaldesa, el palacio Lezama-Leguizamón, La Casa de Náufragos, el puerto deportivo de Getxo, muelle y faro de Arriluze, la playa de Ereaga, Igeretxe, la playa de Arrigunaga… o subir hasta La Galea, pasando por el molino de Aixerrota.

Si te sientes con fuerzas, puedes continuar hasta Aizkorri, La Salvaje, Sopelana, Barrika, Plentzia, Gorliz y el faro de Gorliz, y, finalmente, llegar a Armintza; un gran paseo por este trozo de costa, que te dejará profunda huella.

Somos muchos los enamorados de este entorno privilegiado, donde se pueden practicar infinidad de deportes; incluido el buen comer y el buen beber, claro, ¡y que mejor lugar para empezar que el Arrantzale!